jueves, 8 de diciembre de 2011

CORUMBEL-BERROCAL-VÍA DEL TINTO - 08.12.2011



Bien, llegó el día ocho y con las máquinas en los coches nos dirigimos a La Palma del Condado y a la altura del pantano del Corumbel Bajo, pues pabajo que ya era hora de comenzar a ciclar. Con rumbo siempre hacia el norte, como debe ser, y en cuesta arriba constante, como también debe ser, pues nada, un par de horitas pedaleando hasta tropezarnos casi sin darnos cuenta con Berrocal, uno de los dos únicos pueblitos que le quedaban por conocer a nuestro compañero Paco. Además también ciclábamos hoy nuestro querido y formidable ciclista del norte: Patxi, nuestro cada vez menos gruñón Migué y nuestra robotizado Maxi. ¡Ah! y yo también, claro. Po bueno, después de un cafelito con tostadas, pabajo hacia el Tinto, que hoy de verdad, estaba para bebérselo de bonito. Sus aguas tintas y sus orillas color oro viejo hacen el deleite de cualquier aficionado a la fotografía y como Patxi traía su flamante Panasonic TZ20, pues a tirar fotos por doquier para el recuerdo. La vía que recorre las orillas de este super contaminado río hasta San Juan del Puerto, fue construida por los inglesitos colonizadores, que en connivencia con los politiquillos y realecilla de la época, pues hicieron las barbaridades mayores que imaginarse puedan, como emplear mano de obra adulta e infantil prácticamente esclava, talar por completo el hermosísimo y extenso bosque de encinas y alcornoques de la zona para quemar a cielo abierto el mineral, con lo que producían una nube tóxica que para poder respirar a veces, los habitantes tenían que subirse a una loma cercana, destruir la orilla de un río con la construcción de una vía férrea sin nigún control, verter escombros y toda clase de vertidos altamente contaminantes por doquier, cosa que en su pais ya en esa época estaba prohibido claro y..... bueno, bueno, al que le interese el tema puede leer el libro "EL CORAZÓN DE LA TIERRA" de Juan Cobos Wilkins, es totalmente real, valiente y una joya para ser guardada no en una estantería sino en las manos de todos aquellos amigos a los que podamos prestárselo. Un detalle, no se os ocurra ver la película que hace poco han hecho, pues no admite comparación ninguna con el maravilloso libro, deberíamos protestar más por estas infamias telefílmicas???
Y además, pues nosotros ciclábamos y ciclábamos por un océano de piedras infinito, que a alguno se le hizo aún más infinito por aquello de no relajarse en su máquina y pedalear y pedalear hasta gozar al máximo con la experiencia.
Terminó la excursión un poquillo más tarde de lo habitual, como es también ya habitual, comida y bebida en Bollullos del Condado en un comedero por el tema de que tenía buen aparcamiento para vigilar las bicis y vuelta a nuestras casitas. ¡Ah! el Migué nos invitó a un licorcito con pastelitos en su cochera, así que hasta la próxima salida:

SALUD Y FALSOS LLANOS.

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