sábado, 18 de abril de 2015

VERTIGINOSA COLADILLA DEL TEJO Y CORDADA TORRECILLA - 18.04.2015




Por fin llegó el día, tiempo ha que andábamos detrás de esta ruta, ni más ni menos que la cordada del Torrecilla (1918 m) comenzando por su arista norte y accediendo por la Cañada de las Carnicerías, pero no atravesándola como hace un par de años cuando nos acompañaba nuestra simpática kiwi (neozelandesa), sino por la Coladilla del Tejo que discurre debajo mismo del Picacho de Fatalandar, cornisa vertiginosa y totalmente alpina por su verdor y pasos aéreos.
Pues bien, no eran las 11:00 horas, cuando el Patxi, el Antonio, el Migué y el que se toma la molestia de narrar, comenzaban a caminar algo más arriba del Puerto de las Golondrinas, por la vertiente de Tolox en la Sierra de las Nieves y una pista forestal que va bordeando al Cerro Coronas por la derecha según subíamos. Mañana con temperatura excelente, ausencia de aire y en un principio cielo despejado. La pendiente nos iba calentando poco a poco las piernas para lo que nos avecinaba una vez acabada la pista y el Cerro Coronas. En este punto, intersección Este de los caminos que rodean al citado cerro, existe una valla, salvable por una trampilla sinuosa para las personas y donde podemos elegir entre subir al Torrecilla según indica un cartelillo al inicio de la senda y hacia la izquierda o bien dirigirnos hacia nuestra derecha, por debajo del esqueleto de lo que fue un hermoso pinsapo y comenzar la fuerte subida, cada vez más pedregosa que nos llevaría al temido y ansiado abismo de Helm, perdón de Fatalandar, en qué estaría yo pensando… eso de leer tanta literatura fantástica, aunque sea buena y de calidad debe perturbar algo las neuronas…pues bien, estábamos en eso cuando de repente una hermosa cornisita sobresaliendo y desafiando la gravedad, nos sorprendió y nos hizo comprender que habíamos llegado.
A partir de aquí y después de las miles de fotos consabidas, pues a subir por la cornisa pegada a la roca, sombreada por hermosos pinsapos, alpino total, la cornisa, la senda, la Cañada abismal, el verde por doquier… la felicidad plena para unos senderistas que a base de fabricar rutas y rutas, terminan dando siempre con lugares a cual más hermoso. Nada, nada, de llenos en la faena, pues con todo el cuidado posible, a caminar por un hilillo de senda, las más de las veces perdida, localizar algunos hitos y llegar al primer pasillo con cadenas del día. Previamente el Migué y yo, bicheamos un poco por la zona, pues no estaba claro el camino, hasta que el Patxi y el Antonio dieron con el pequeño descenso al que ayuda la citada cadena. A deslizarse agarrando la misma y continuar atravesando un pequeño canchal de rocas sueltas con inclinación demasiado peligrosa, así que cuidadito y tropezarnos con un pequeño barranquito a nuestra izquierda, cuyas aguas van a parar cuando llueve a la Cañada y la segunda cadenita del día para franquear el paso en uve que ha formado el agua con la fuerte pendiente. Paso sencillo que incluso puede superarse por debajo de la cadena, usando una pequeña piedra a modo de escalón, eso sí, si no tienes sensación de vértigo y no como le pasa al escribiente, por supuesto el Migué se coló por el escaloncito… Superado el pasito y al no ver claro cómo llegar al siguiente hito, el Migué a lo bestia por la roca y el resto dando un pequeño salto hasta el lecho del barranquillo, subir unos metros debajo de un pinsapo o pino, no recuerdo bien y trepar por una grieta algo resbaladiza hasta dar con la sendilla ansiada.



Bueno, palante y seguir subiendo, nuestro querido abismo siempre a la derecha, la verde y continua cornisa fantástica y elegante, llegar a un espacio bastante abierto, donde una pequeña repoblación, supongo que de tejos y pinsapos, pendiente extrema, la mole rocosa a nuestra izquierda y como íbamos en subida, pues perder constantemente los hitos que ayudan en esta delicada zona, seguir por la hondonada a lo bruto hacia arriba en busca de nuevo de la sendilla que habíamos perdido y llegar a una curva de la pared, donde unos pinsapos gigantes, de nuevo paisaje alpino y abismo acojonante hasta llegar a un punto donde vimos al frente un pico rocoso colgante la mar de mono para una foto, a su izquierda un pino o pinsapo y el suelo de tierra pero con muchas piedras. El Migué que te subas al piquito y te hago una foto, que no sé si tiene paso, que vemos hacia abajo los hitos que veníamos siguiendo, que nos olvidamos del pasillo vislumbrado y su cornisita, que comenzamos a bajar fuertemente un pequeño trecho, que tenemos que hacer un pasito delicado y expuesto, que llegamos a un rinconcito vallado ¿??, no sabemos para qué, pero que en su interior hay una grietecita que parece que nos puede subir a lo alto ya de la colada y que tras abrir la portilla del pequeño vallado y superar otro trocito de alambrada, pues trepar con muchísimo cuidado hasta un alfanje pequeñito y tratar de convencer a la mitad del grupo que el paso es factible y que se animen, algunos no querían ni ver la grietecita, subir de nuevo un par de metros por una pared con apoyos suficientes, ver que los que amagaron en desertar subían y por fin salir de la Coladilla del Tejo airosamente y la autoestima por los cielos… sí, sí, ya veríamos al final de la jornada…
Bueno, pues ya no nos quedaba más que hacernos miles de fotos en la cornisita que citamos anteriormente, seguir subiendo por pendientes de extrema dureza y llegar al Picacho de Fatalandar, donde un grupito variopinto nos entretuvo con eso de las fotitos. Comida en regla, bastante desfallecidos, tanto por la fuerte subida como por el gasto extra de adrenalina y darnos cuenta que eran ya las tres de la tarde y habíamos hecho algo menos de la mitad del camino, es decir, cuatro horas desde que dejamos el coche y coronamos el Fatalandar.
Repuestos convenientemente, comenzamos la segunda parte de la ruta, esto es, realizar toda la cordada del Torrecilla, no sé, esta manía que nos ha dado por hacer cordada tras cordada… pero en fin, a seguir subiendo por la misma arista del pequeño circo que forma el pico más alto de esta sierra y coronarlo una hora y cuarto después. Fotos a mogollón, el Migué más feliz que un senderista con botas nuevas, era su primera vez el pobre, la baba se le caía, lloraba de emoción y tuvimos que dejarle que gozara un ratito más del debido, que el tiempo se nos echaba encima. Seguir con la cordada en dirección sur, ahora por fin en bajada, moles rocosas lisas y llanas, picotazo en el hueso de mi pantorrilla izquierda con una roca que se levantó a mi paso, tirada en el suelo sin resuello, cura con los utensilios del Patxi, él no es capaz de curar, pero sí de transportar, gracias amigo…continuar con la bajada y culminar la crestita plenamente.
Ya no perdíamos tiempo, ahora había que volver siguiendo un track de seguridad que haría de la ruta un circular y que nos metió en un cabronazo de barranco, caras de preocupación, a veces los track del wikiloc no son por completo de fiar, por múltiples razones, nosotros los estudiamos y revisamos lo mejor que podemos, pero a veces el campeón que lo cuelga pues no advierte que el paso por el barranco puede ser muy complicado, delicado y difícil de encontrar y entonces pasa lo que pasa, que después de marearnos por encima de precipicios sin nombre, de agotarnos inútilmente buscando el paso que nos franqueara el barranco, pues que mejor nos salimos de aquí y buscamos otra solución a la ruta, ni hay más tiempo para seguir investigando, ni ganas de seguir arriesgando por una zona tan delicada.


Así pues, parriba de nuevo a la arista del Torrecilla y a ir maquinando alguna solución al delicado problema que teníamos entre manos, pues eran ya las siete de la tarde y quedaban dos horas y media de luz para realizar lo que habíamos tardado ocho horas, aunque bien es verdad que ahora de bajada, una vez que hubiésemos encumbrado de nuevo el Torrecilla. La neurona de pensar al cien por cien, la de beber cerveza resignándose porque lo que era hoy lo llevábamos claro, algunos pensando en que el pasar una noche en la sierra, pues era novedoso e interesante, otros llamando a la mujer para que viniese a rescatarnos, otros para que no se asustaran si no dormíamos con ellas por una noche, no era infidelidad, no, tan solo amor por la montaña, en eso llegamos al Torrecilla, son las ocho y cuarto, nos queda una hora y cuarto de luz antes de encender las linternas, pero el Migué no se resigna a dormir sin la parienta, que me propone volver por donde mismo nosotros dos solos por aquello de la agilidad, que al Patxi y al Antonio se les propone que bajen por el camino seguro de los Quejigales y nos esperen allí, nosotros volveríamos a recogerles con el coche rescatado, que comenzamos una bajada vertiginosa por la ladera del Torrecilla hasta el Picacho de Fatandar. Un momento que me voy a tomar un té frío, que el estómago se está quejando y no es cuestión de una pajarraca o a lo mejor es la cosquillita esa que entra cuando sabes lo que te espera y lo que te espera ya sabes que es ni más ni menos que de nuevo la fantástica cornisa de Fatalandar si es de día o la puñetera cornisa de Fatalandar si es casi de noche. Bueno, bueno, a ver Migué, asómate por ahí donde el árbol que esta mañana vimos y que a lo mejor hay paso y nos ahorramos la grietecita de la alambrada, él ya lo tenía en mente también, es muy listo este Migué y por supuesto que no se equivocó, no había acabado yo con mi latita de té frío, cuando escucho que el paso famoso de la cadena que existe en la cornisa está ahí, ya nos parecía que las dos cadenitas de la mañana no eran como para publicarlas en internet, pero como lo desconocíamos, pues…nada, a no mirar para abajo, aunque luz había poca ya, pasar un delicado y estrechísimo pasillo de una cuarta, o al menos así me lo pareció, agarrarme a la roca, sujetar fuertemente la cadenita, acabar el pasito, suspirar, echarle al Migué una foto, el tío aún tenía estómago para fotos, el mío ya no sabía dónde lo había perdido, respirar con alivio al ver lo que habíamos ahorrado con respecto a lo realizado por la mañana, paso de vértigo tanto por la velocidad como por el precipicio que aún no viéndolo, sabíamos que estaba ahí, seguir pegados siempre a la pared por donde los hitos que ahora casi sin ver, no perdíamos ni uno, con lo que de nuevo salvamos la penosa subida que hicimos por la mañana en este punto, llegar casi corriendo a la segunda cadenita, la del barranquillo, pero como íbamos bajando, también íbamos controlando perfectamente los mejores pasos, así que vimos que era salvable por encima y de nuevo tiempo extra ahorrado, pasar en penumbra el destrepe de piedras, es curioso que cuando las pupilas se acostumbran somos capaces de ver como los gatos, tropezarnos literalmente con la última de las cadenitas, el Migué algo desfallecido, no sé cómo aguanta sin entrenar una ruta como la de hoy, debe ser medio humano y medio robot…subir la grietita con ayuda de dicha cadena, un poquitín más y llegar a la cornisita que por la mañana nos introdujo en la coladilla, la de los pinsapos, la de la cara de felicidad que se nos puso entonces y se me volvió a poner a mí ahora, pero por motivos distintos, ya que aunque casi era de noche, sabíamos que lo que nos quedaba, para nosotros no representaba ninguna dificultad ni peligro.
En efecto, a las diez menos cuarto llegamos sanos y salvos al punto donde se unen los dos caminos que bordean el Coronas, así que tan solo nos quedaba la pista forestal, previamente con la consumición de un bocadillo a medias que aún conservábamos y una lata de cerveza especial que me tomé yo solito, pues el Migué no estaba para cervecitas y que me inyectó fuerzas y valor para acabar, ahora sí con los frontales puestos, la durísima ruta del día de hoy.




Bueno, aún quedaba coger el coche, bajar doce kilómetros por pista forestal hasta Tolox, parar en el primer bareto y rehidratarnos, contactar vía telefónica con los dos compañeros dejados en la montaña, saber que estaban mejor que mejor, que seguían andando, que habían pasado por La Nava, que se dirigían hacia la carretera y así nos ahorraban subir con el coche los diez kilómetros de pista hasta Quejigales, que de nuevo una hora y media desde Tolox hasta el restaurante el Navacillo, en la carreta de Ronda hacia San Pedro de Alcántara, a la altura de la entrada al Parque Natural Sierra de las Nieves por su acceso sur, recoger también sanos y salvos a los dos compañeros, pasarle el coche a su dueño, osease, al Antonio, que después de dar cuenta de una piza que le habíamos llevado de Tolox, se puso al volante y nos dejó en casita a las tres y media de la mañana de un día que jamás olvidaremos.
No seáis insensatos y no se os ocurra apuntaros con nosotros a ninguna ruta, o perdón, creo que era al revés, no se os ocurra faltar a la siguiente rutita de los Tragos Largos, subgrupo extremo de Falsos Llanos y que posiblemente terminará eclipsando y ocultando al grupo matriz.

Sin más y como siempre:

SALUD Y FALSOS LLANOS.

sábado, 11 de abril de 2015

CRESTA PUÑETERA EN SIERRA DE SAN SERVÁN - 11.04.2015



Pues sí, el tiempo nos ha fastidiado la última rutita de Falsos Llanos a nuestro querido Alcornocales. Y poyaque parece que en Badajoz hay pocas posibilidades de que llueva, pues vámonos a patearnos una crestita simploncita y buscamos unas pinturitas rupestres perdidas de vuelta. Sí, sí, ni simple, ni ausencia de lluvia, ni pinturitas, ni ná, de ná…
No eran las 10:40 horas, parece mentira lo que nos entretenemos últimamente en los desayunos, por eso antes salíamos siempre desayunados…pues mochilas a las espaldas, desde Arroyo de San Serván, parriba hacia la sierra del mismo nombre y como claro, ya que no hay vallas, una pena, pues que vamos a realizar la cordada desde su mismo comienzo, así que desvío a la izquierda hasta dar con la base de la cordada y aprovechar un cortafuegos para subir a lo bestia hasta la cumbre, el Cerro de San Serván (608 m), sitio lleno a más no poder de antenas, antenitas y antenazas de todo tipo y modelos y casi perdida entre tanta onda invisible, los restos de una ermita antigua, semiderruida y semi reconstruida la primera mitad de su ábside y un vértice geodésico, posiblemente aprovechando las escaleritas que subían a su campanario. Vistas increíbles de toda la provincia de Badajoz, muy clarito todo y nada hacía presagiar la tormenta que nos caería ya atardeciendo.
Esta primera parte no estaba en nuestro track de seguridad, pues la cordada era larga y había que buscar las pinturillas, así que a bajar del cerro, conectar con dicho track y comenzar lo que sería una putada, con perdón, de cordadita, que aunque con una cota baja de quinientos metros de altura, la roca de la sierra, de tipo granítica, marmólea e incluso arenisca, pues hizo que desde el primer momento, nuestras piernecitas, bien curtidas en miles de cordadas, comenzaran a sufrir de tanto sube y baja, incluso cuando íbamos relativamente en llano, y vengan moles de rocotas, que por aquí hay una grietecita, que por aquí una bajadita en caída, si lo que habéis leído, nuestro Patxi ha encontrado hoy un nuevo lema para nuestras chapitas, los Tragos Largos nunca se caen, simplemente bajamos en caída, así que si encima de las moles rocosas le añadimos una vegetación sin cuartel ni misericordia, pues a veces cuando la cumbre era impracticable, a pelarnos con la vegetación y a bajar en caída cada dos por tres…
Hoy el Patxi se ha puesto un poquillo pajarraco, es decir, esos momentos en los que el cuerpo te pide un sofá y una cervecita fresquita y que vaya tontería que estamos haciendo, que yo me quiero ir, el Antonio y el que escribe, pues como si no oyéramos nada y palante que bastante teníamos ya con luchar con los elementos naturales. Comidita a la sombrita del que más protestaba y una vez repuestos de nuevo a subir y bajar y bajar cayendo y cuando dimos con la salida de la crestita, aunque nos quedaba un piquito final la mar de mono, no sé qué nos pasó, incluso al coleccionista de picos (el Antonio), que hicimos caso omiso del mismo y nos batimos en retirada.
Agotamiento general, eran ya las 19:15 horas, lo de las pinturitas ni nos atrevíamos a proponerlo por tal de no subir de nuevo entre vegetación, así que palante to tieso y para acabar como falsos llanos mandan, pues una tormentita rugiendo como una tormentota, nos regó al final de jornada para que llegásemos fresquitos y se nos quitaran todas las tontería que llevábamos encima…
Una vez de vuelta en el pueblo, más de las 21:30 horas, pues que vamos a recuperar algo de sales minerales, que no hay ni un bareto que pongan algo de comer, que nos indican un sitito de esos que hacen bocatas, pizas y demás porquerías, que encargamos un bocata y dos medios, que nos hacen esperar más de media hora, que el bocata mide casi medio metro de largo, que el Antonio es capaz de comérselo enterito, ni las migas quedaron, que el resto nos medio comimos nuestro medio bocata y que una vez bien rehidratados de nuevo, pues pa casita en la nave voladora del Antonio y llegada a altas horas de la madrugada en un día de cordadita simple y pinturillas en la roca.

Sin más y hasta la próxima:

SALUD Y FALSOS LLANOS.

sábado, 4 de abril de 2015

TORCAL DE ANTEQUERA PRIMAS Y PRIMOS - 04.04.2015




Bueno, no por esperada salió mejor esta inigualable rutita, es que la zona ya de por sí lo da todo ella misma, así que no eran las 12:45 horas cuando mochilas a las espaldas, si, si, habéis leído bien, la una menos cuarto de la tarde…y habíamos quedado a las 10:30 horas de la mañana…bueno, menos mal que al menos los sevillanos, como después de lo de la expo del 92 nos acostumbramos a esperar, pues que venga, que ya es hora de comenzar a patear rocas en el Torcal de Antequera sea la hora que sea y palante hasta dar con el primero de los símbolos de este precioso parque, el Tornillo, roca esculpida fantásticamente por los elementos naturales debido a la peculiaridad de los paisajes kársticos, pues fotito a mogollón en el mismo y antes de que terminen por cargárselo la multitud de visitantes incontrolados que hay en este torcal, importante a nivel mundial…
Y además, pues como era la hora que era, algunos comenzaron a decir que ya era hora de comer algo, así que un poquitín más adelante, primera paradita del día a tomarnos un refrigerio en condiciones, es decir, sacando toda clase de viandas como solemos acostumbrar y no habíamos terminado de disfrutar de este segundo desayuno, cuando unas vaquitas serranas, la mar de monas, pues que payá vamos y no os lo podéis creer, pero no he visto nada más efectivo, hasta ahora, para levantar a un grupo de diecinueve personas y continuar subiendo por la sendilla que nos llevaría a la zona más bonita y disfrutona del parque, el Camorro de Siete Mesas o Siete Meses, como ponen los mapas.
El paisaje de fantasía en esta parte, fotos a mogollón en lo alto de las formaciones, descubrimiento del primero de los muchos fósiles de Ammonites, en forma de huella que existen en la zona y que no hay más que estar atentos para descubrirlos y de nuevo localización de sitio idílico, con sombra y escalones para comer cómodos en toda regla. Ahora sí, por aquí ya no hay vaquitas y se sacaron todas las provisiones habidas y por haber, larga, larga comida y hasta sobremesa de los mayores e investigación de la zona por los más jóvenes, en fin, la felicidad de un día de ruta por parajes inolvidables.
Bueno, otro poquito palante y descubrir el segundo símbolo importante del parque, el Sombrero, con sus huellas fósiles de Ammonites incluido, fotos a miles, paisaje soberbio a nuestro alrededor, pudiendo visualizar gran parte de nuestro querido Arco Calizo Central, palabras mayores para senderistas, con la Peña Negra, el Chamizo, la Cruz del Camarolo y hasta la Maroma al fondo…
A partir de aquí, subir un poquitín y cruzar por una balconada algo vertiginosa, pero segura si se va con cuidado, sobresaliente para todo el mundo y salir de esta parte del parque para dar con el abrigo de Juan Ramos, sitio que por así decirlo divide al parque en dos mitades, la recorrida muy interesante por sus formaciones rocosas y la que a continuación íbamos a realizar, con senderillos magníficos, rodeados de moles enormes de rocas y vegetación.



Aquí el grupo se dividió en dos, uno se fue pal aparcamiento en línea recta y sin pérdida y evitar fatigas acumuladas y el segundo, más numeroso, nos dirigimos hacia la zona de senderos donde confluyen los tres más conocidos y denominados por colores: el verde, el amarillo y el rojo, éste último, prácticamente recorrido el día de hoy. Esta zona es algo complicada, la primera vez hay que estar atentos pues te puedes perder con facilidad, aunque una vez localizado el sendero amarillo, hoy en día está tan marcado, que perderse cuesta trabajo, pero si no lo localizas y tienes poco fondo, el susto puede ser mayúsculo…
Y nada, después de acceder a la cornisa que hay casi frente al Centro de visitantes, hoy con una niebla entrante que le dio al paisaje un aspecto fantasmagórico y mágico, embelesamiento general ante tal magnificencia, fotos a miles y pal aparcamiento, que el día de pronto se estropeó, comenzó a soplar viento, la neblina a envolvernos y hasta una suave llovizna que hizo que la despedida fuera más rápida de lo que suele ser en esta familia.
Día para recordar siempre y ya sabéis, no se os ocurra perderos la siguiente excursión de primos y primas, adonde decidamos ir y cuando mejor podamos.

Sin más y hasta la próxima, besos y abrazos a todas y todos por igual.

SALUD Y FALSOS LLANOS.